domingo, 14 de septiembre de 2008

Carta de un AA a la Botella

QUERIDA:

Me han comentado algunas amistades que, después que terminamos nuestras relaciones, piensas y aseguras que pasado algún tiempo voy a ir a buscarte y a rogarte que vuelvas conmigo, suplicándote nuevamente esos besos que siempre me enloquecieron, envolviéndome en un éxtasis y una embriaguez infernal, pues ciertamente tu boca siempre estuvo solícita para que yo con mis temblorosos labios la buscara y encontrara en ella el néctar de esas caricias diabólicas.

¿Para qué negarlo? Cuando te conocí me subyugaste porque, al tenerte, gocé y me divertí mucho contigo en fiestas y celebraciones; tal vez por eso nunca me imaginé que esa relación tuviese que terminar algún día, pues para mí te convertiste en un embrujo. Llegó el momento que no podía prescindir de ti. Tu compañía me era indispensable en todo instante, pues te convertiste en mi mente en una obsesión fatal que me atormentaba, de tal manera, que sólo se desvanecía un poco cuando volvía a besarte en esa boca de tentación.

El vivir contigo esos años me costó quebrantar mi salud y destruirle sus más caras ilusiones a mis padres, frustración y desencanto a mi esposa, así como traumas, complejos y tristeza a mis hijos, pero es que en verdad yo estaba totalmente ciego y entregado a ti, porque dejé todo en el olvido - trabajo, familia, amistades, dinero - por estar a tu lado; todo me importaba un bledo.

Llegué a depender tanto de ti que me tuviste en las gradas de la locura, la desesperación y la muerte y, sin embargo, no encontraba la forma de desarraigarte de mi vida. Cuando empecé mis relaciones contigo fue como si se abriera en mi vida una gran puerta tentadora que me ofrecía un placer ignoto. Sucumbí a la quimera pero después me llené de espanto agónico cual insecto en telaraña. Blasfemé y maldije muchas veces como si estuviese en una cloaca pestilente y absurda, y con mis labios hundidos en cieno artificioso sentía lava candente dentro de mi y oía rechinar bisagras infernales; entonces caí más y más dentro de lo irreal. Era una marioneta ridícula, un rompecabezas tirado por doquier, desarmado de cuerpo y alma. Pensé salvarme pero... ¿de qué? ¿O de quién? Si el mal estaba en mí por esa maldita dependencia que me tenía tan encadenado a ti.

Cual ave fénix liberada salí de aquel estiércol nauseabundo hacia nuevos horizontes promisorios a buscar, por mi propia necesidad, la dependencia de un Poder Superior a mí mismo. "El" hizo posible ese exorcismo. El me ha hecho caminar sobre doce pasos en forma segura y firme logrando vivir de nuevo.

Actualmente, después de haberte dejado, en algunas ocasiones te he visto en tiendas y supermercados reunida con otras iguales a ti, con esos cuerpos de tentación; algunas son morenas, otras trigueñas, otras güeras y algunas más negras, pero por experiencia sé que todas llevan el mal dentro de sí mismas, pues por su causa hay reos en las cárceles, gente muy enferma en los hospitales y manicomios y han sido causa de muerte de miles de gentes. Algunas esposas, madres y familiares las culpan por desintegrar hogares.

Así que por eso, y por algunas cosas más que he tomado en cuenta, pienso que lo que andas diciendo, o sea de lo que presumes, no se va a llevar a cabo por lo menos por el día de hoy, pues hoy me he prometido a mí mismo vivir sin tus caricias enloquecedoras.

Agradecimientos a José Quintero por esta bella historia.

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